El otro día en clase hablamos sobre un tema muy interesante
y que quizás nunca nos habíamos planteado si no que simplemente eran cosas que
dábamos por hecho. Pensamos y buscamos cual debían ser las competencias de un
orientador.
Nos dividimos en grupos y realizamos una lluvia de ideas
final entre todos, y sorprendentemente,
dijimos una grandísima cantidad de competencias (no las escribo aquí todas ya
que pasaríais un buen rato leyendo…).
A medida que íbamos hablando sobre todas aquellas competencias,
a mi cabeza llegaban ideas sobre si para ser un buen orientador debía tener
todas, me miré a mi misma y me asusté.
Finalmente terminé contándolas, ¡veintisiete competencias!, y eso sin contar
que algunas se subdividen…
En ese momento te das cuenta de lo difícil que es ser un
buen profesional y de lo mucho que debes trabajar para conseguirlo. También es
cierto que algunas de estas competencias las podré adquirir con la experiencia
ya que como dicen por ahí “No es lo mismo contarlo que vivirlo” y algunas otras
creo que ya las tengo por mi forma de ser, como por ejemplo:
Creatividad e innovación, ya que me gusta darles diferentes
enfoques a las cosas y crear otras nuevas que puedan resultar útiles y
llamativas para los demás.
Habilidades sociales, sobre todo la empatía, comunicación efectiva y saber escuchar, ya que creo, y en muchas ocasiones me lo ha
comentado la gente, son mis virtudes
innatas que desde pequeña me han hecho conectar con la gente.
Trabajar en equipo, ya
que es algo que han fomentado en mí, y tras mi formación adquirida, me gusta
trabajar así porque me parece más interesante,
enriquecedora y además siempre aprendes algo nuevo del resto.
Motivación, porque cuando veo a alguien decaído o que
intenta conseguir algo, trato de animarle a ello aunque yo no me encuentre
emocionalmente bien.
Después de pensarlo, en el futuro podríamos decir que es posible
que tuviera muchas de las competencias de las que hablamos en clase pero
¿Conseguiré seguir con la misma motivación que me haga ser una buena
profesional dentro de veinte años? Seguramente la mayoría de nosotros responderíamos
“ Claro, para eso estoy estudiando, es el trabajo de mi vida y me gusta” pero
me resulta tan fácil pensar que nos caeremos tantas veces por el camino antes
de llegar a ser buenos profesionales, que puede ser que cada vez nos cueste mas
levantarnos… Me parece que es algo que nos exige estar continuamente
formándonos y además creo que exige mucho al profesional ya que es muy difícil
cumplirlas todas.
Finalmente lo único que quiero añadir, es que espero que
cada uno de nosotros encuentre cada día algo que les haga sonreír, recordar
porque quisieron trabajar en esto y mejorar cada día un poco más. ¡Qué nunca
nos falten las ganas de levantarnos!
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