sábado, 24 de marzo de 2012

EL BAMBÚ JAPONÉS.


En una de nuestras clases, la profesora nos habló sobre un cuento en clase, nos lo contó muy por encima y por ello decidí buscarlo en internet. Se llama “El cuento del Bambú Japonés”. Personalmente, me llamó mucho la atención,  ya que me sentí muy reflejada como persona que no es capaz de esperar a ver que es lo bonito que le da la vida.

Este cuento, nos habla de la importancia de saber esperar, de no querer conseguir todo al instante y de como si somos capaces de esperar,  el fruto que obtenemos es mucho mejor que el que nos habíamos imaginado.


Como orientadores creo que  esto es muy importante para nosotros ya que en una relación de ayuda con una persona, podemos pensar que nada está cambiando en ella, que estamos fracasando. Pero poco tiempo después con paciencia y escucha podemos ver como la persona ha ido evolucionando, pero necesitaba su tiempo para reflexionar y para mostrarlo a los demás. Me parece muy transcendente que seamos capaces de ver esto, ya que si no puede llevarnos a una falta de motivación, a unos pensamientos negativos de fracaso que también se los transmitiremos a esa persona que esté apoyándose en nosotros. También me hizo reflexionar mucho acerca de mi labor como profesora. Hay en muchas ocasiones que al explicarle algo algún niño y no lo entiende, se lo repites y repites, y desgraciadamente no lo entiende. Personalmente me siento muy mal, y ese día me voy a casa con el ánimo bajo porque creo que no he sabido transmitirle bien los conocimientos. Pero casualmente el niño después de varias semanas de explicaciones fallidas y ejercicios mal hechos sale a la pizarra y los hace bien. Creo que queda claro, que en vez de irme a casa desanimada debería tener el pensamiento de “Bueno ya he plantado la semilla”, si no lo dejo, si no abandono la plantita, empezará a crecer y dará sus frutos. Para mí ha sido un pensamiento muy beneficioso ya que me ayuda  a ver mis a mis niños y a mi mismo de otro modo.

Pero no solo este cuento puede ayudar a orientadores, si no a todo el mundo, ya que a lo largo de toda nuestra vida y yo la primera, cuando esperamos algo  queremos que sea “dicho y hecho”, no nos vale esperar; es cierto que en muchas ocasiones es el ritmo de vida que llevamos el que no nos permite realizar esa espera. Es muy difícil motivarse y seguir adelante cuando no ocurre lo que queremos en el momento que queremos, porque el primer pensamiento que nos viene a la cabeza es “Estoy fallando”.

En muchas otras ocasiones al no poder ver unos resultados pronto, nos desesperamos, y esto hace que abandonemos nuestra tarea sin saber que estábamos echando unas raíces fuertes en el suelo que harían ya no solo que recogiésemos unos buenos frutos, si no que pudiésemos seguir recogiéndolos durante mucho tiempo.

¿Cuantas veces no nos ha ocurrido que por actuar deprisa, sin esperar, sin pensar lo que hemos conseguido, no ha sido satisfactorio el resultado? A mi personalmente me ha ocurrido bastantes veces, ya que no soy capaz de esperar, de ver que está ocurriendo…necesito la solución mas rápida y muchas veces no es la mejor…

Por esto os recomiendo este cuento y espero que cada vez que estemos en una de estas situaciones, recordemos que le ocurre al Bambú Japonés y seamos capaces de seguir regando nuestra vida…

                                                     

Os dejo aquí el cuento:

EL BAMBÚ JAPONÉS



No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se     impacienta frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritando con todas sus fuerzas: ¡Crece, por favor!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años

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