Hoy para mí, ha sido un día
especial. Al principio del día, pensaba que sería como otro de mis rutinarios
días, en los que me levanto muy temprano y me acuesto demasiado tarde, muerta
de sueño y deseando que llegue el viernes para poder dormir un par de horas más.
Pero estaba equivocada, cerca de las diez de la mañana, he recibido un mail de
mi prima que me ha hecho sonreír durante todo el día. Gracias a él, he pensado
en la importancia que tienen esos monótonos días. He pensado en la poca
importancia que le damos a esas pequeñas cosas, como tomar un café con un
compañero, saludar a tu vecino… y en lo rápido que estas pueden cambiar. Me he
dado cuenta de lo grande que es vivir situaciones difíciles, complicadas… para
saber apreciar aún más, los momentos tontos y felices, en los que muchas veces
pensamos que perdemos el tiempo y que no nos llevan a ninguna parte.
Imagina que todos los días al llegar
a tu casa, le das un beso, le dedicas una sonrisa a tu abuela y charlas un rato
con ella…claro que el problema surge cuando ella, ya ni si quiera puede acordarse
de ti y todos los días te pregunta que quien eres. Muchas veces, puedes pensar,
¡Vaya! Otro día mas, que pierdo los diez minutos que tengo para el café, antes
de ir al trabajo… Pero y si un día, al llegar a casa ella no estuviera, no
pudieras darle el beso, dedicarle esa sonrisa, escuchar ese ¿Quién eres?...
crees que pensarías ¿Qué has perdido el tiempo? O que ¿Quizás aprendiste de
ella hasta el último momento? Es mi ejemplo personal de cada día y os aseguro
que si fuésemos capaces de mirar el mundo con estos ojos, nos daríamos cuenta
de la importancia que tiene ese gesto, esa mirada tonta que hacemos cada día.
Si, es duro levantarse de la cama, pero ¡Qué suerte tenemos de hacerlo!
También he pensado que, las
personas que nos rodean son piezas que complementan nuestro gran puzle para ser
realmente felices y que, por suerte o por desgracia van cambiando a lo largo de
nuestra vida. A veces, nos damos cuenta de que, estas piezas no encajan
realmente con las nuestras y tras muchos intentos de que lo hagan, terminan
desapareciendo. Esto nos hace sentir tristes y pensar que no mucha gente merece
la pena, pero mi recomendación es que os pongáis delante de vuestro puzle, y veáis
a todas esas piezas que llevan mucho tiempo en vuestro puzle, son piezas que os
han ayudado a reconstruir vuestro puzle miles de veces, muchas veces os habéis
desencajado (no siempre queríais crear el mismo paisaje…) habéis compartido
momentos buenos y menos buenos y a pesar de ello, seguís encajando
perfectamente juntos.
Mirar también aquellas piezas
nuevas, que no llevan mucho tiempo con vosotros, piezas acerca las que os
asaltan dudas porque os puedan hacer daño (como ya os paso con otras piezas),
pero que también os pueden aportar amistad, alegría, compañía… Veréis que
dentro de vosotros surge una ilusión grande por querer que ellas encajen en
vuestro puzle y tú también en el suyo…
Os dejo aquí el mail que me
enviaron y deseo de todo corazón que al leerlo viváis intensamente ese día (si
es que no puede ser toda la vida…). También quiero aprovechar, para dedicarle
esta entrada a mi abuela por preguntarme cada día que quien soy y a mi prima
Sonia por ayudarme a reconstruir mi puzle, muchas veces sin ni siquiera, ella
saberlo.
ASÍ ES LA VIDA
(Ana-Luisa
Ramírez, Carmen Ramírez)
En la vida, hay veces que deseamos cosas... y
las conseguimos.
Pero también hay veces que, por mas que
persigamos algo con todas nuestras fuerzas o incluso lo necesitemos muchísimo,
no hay forma de conseguirlo.
A veces deseamos darnos un fabuloso baño
jugando con el agua bajo el sol del verano y... ¡lo conseguimos!
Pero otras veces -precisamente cuando más nos
gustaría hacerlo-, pillamos un molesto resfriado que nos obliga a cambiar de
planes. Así es la vida.
A veces, deseamos que nos hagan el regalo que
más ilusión nos hace y... ¡lo conseguimos!
Pero otras veces, cuando más convencidos
estamos de que lo que vamos a recibir, nos regalan justo lo que menos nos podía
ilusionar, o ni siquiera eso: nada. Así es la vida.
A veces deseamos ser la mar de guapos, de
listos, de divertidos y agradables con la gente y... ¡lo conseguimos!
Pero otras veces tenemos el día tonto y nos
sentimos torpes, horribles, estamos de mal humor, nos ponemos desagradables o
metemos la pata. Así es la vida.
A veces deseamos que alguien nos quiera mucho
mucho, que nos cuide, que nos mime y... ¡lo conseguimos!
Pero otras veces, precisamente cuando más
estamos necesitándolo, no aparece nadie y nos sentimos muy muy solos. Así es la
vida.
A veces deseamos ver recompensado ese gran
esfuerzo que hemos hecho y... ¡lo conseguimos!
Pero otras veces, en el último momento de
nuestro largo esfuerzo, ocurre algo inesperado y ya nada sale como queríamos.
Así es la vida.
A veces desearíamos que lo más agradable y
hermoso que nos está ocurriendo, no se terminara jamás. Pero todo -lo mejor, lo
peor y lo regular-, un día se acaba y las cosas cambian. Así es la vida.
Siempre deseamos que las personas a las que
queremos no desaparezcan nunca.
Pero siempre ocurre que, tarde o temprano,
todos dejamos esta vida. Algunos desaparecen cuando ya son muy viejitos, otros
cuando aún son jóvenes e incluso otros, cuando todavía son niños. Así es la
vida. (Y la muerte).
Pero si un molesto resfriado no te permite el
baño, quizá sea el momento de descubrir lo bien que sabes pintar.
Y si te han hecho el regalo más espantoso e
inútil del mundo, quizá consigas poner a prueba tu ingenio y convertir en
útiles los trastos más inservibles.
Y si un día te sientes torpe, horrible, de mal
humor, desagradable y metepatas, quizá estés en la situación ideal para
quedarte un ratito a solas y aprender a hablar contigo.
Y si, cuando más estás necesitando los mimos y
cuidados de esa persona, resulta que no aparece, quizá puedas escribirle la mejor
carta de tu vida.
Y si después de un enorme esfuerzo ocurre lo
inesperado; si aquello tan agradable y hermoso sale mal o se termina y todo
cambia, quizá en el cambio te encuentres con cosas nuevas, diferentes, pero
igualmente agradables, hermosas y además por estrenar.
Y si te ocurre que una persona a la que
quieres muere, quizá necesites llorar, sentir dolor, tristeza y hasta una rabia
feroz; pero después, tal vez encuentres el más amable lugar donde colocar a esa
persona en tu memoria. Y, seguramente, desde ese lugar te acompañará siempre.
Cuando aun poniendo nuestras mejores
intenciones, las cosas no salen como deseamos, quizá tengamos que pegarle una
patada de rabia, dolor o tristeza a la vida y dejarla como un puzle desmontado.
Seguro que después encontramos otra forma de montarlo.
Así es la vida y... ¡NO NOS LA PODEMOS PERDER!